Fue a mediados de 2016 cuando decidieron cambiar la forma en la que analizaban todos sus datos. Hasta entonces habían estado segmentando a sus miembros por geografía, edad y género; como los demográficos televisivos de toda la vida, vaya. Asumían que sus clientes de Suecia no tendrían afinidad por los mismos títulos que los brasileños, o que un hombre de 60 años no vería lo mismo que una pre adolescente de 12. Sin embargo, los datos mostraron que esas generalizaciones no funcionaban en un catálogo que pretende cubrir tantos verticales.
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