Dos años después de la gran celebración de la Exposición Universal de Zaragoza, las infraestructuras construidas para tal evento presentan un aspecto desolador. Miles de metros cuadrados en los que se invirtieron 700 millones de euros y más de siete millones de horas de trabajo a pie de obra están a la espera de ocupación, de compradores, de inquilinos, que no llegan.
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