Cuando políticos o periodistas critican sentencias o acusan a los jueces de parcialidad, estos se revuelven indignados y a veces piden amparo al CGPJ para que les proteja de esos ataques que tachan de infundados. Pero si alguien acusa sin pruebas a Pablo Iglesias de colaborar con un grupo terrorista libanés o tener algún vínculo con el tráfico de drogas, nadie debe molestarse ni creer que su honor se ha visto comprometido.
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