Desde el viernes, el canon digital somos todos, parafraseando aquel eslogan que llamaba a la solidaridad tributaria. El nuevo gravamen por copia privada deja de cargar sobre las espaldas de compradores de aparatos para posarse como una losa sobre las personas físicas: del recién nacido a la hacker; del jubilado a la universitaria de apuntes fotocopiados.
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