Las rebajas de verano han llegado disimuladamente, sin aglomeraciones. Los caprichos se han acabado y ya solo se compra lo estrictamente necesario. Este año hay buenos descuentos, pero no gangas. Desde hace unos años, la cuestionable práctica de algunas tiendas de llenar los percheros de ropa traída especialmente para las rebajas en lugar de bajar el precio de las prendas de temporada, es cada vez más habitual. En 2012, quizás con la excusa de la crisis, la oferta de ropa y complementos roza lo tramposo.
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