La deuda es de campeonísimo, de triplete, de nivel galáctico. Llevaría a cualquier empresa normal en picado a la quiebra. Pero el fútbol no es una industria habitual, ni el Real Madrid una empresa corriente. De ahí que el club blanco puede permitirse el lujo de presentar en sus últimas cuentas de resultados, de la temporada 2008-2009, una deuda acumulada de 683 millones de euros, con casi la mitad (334 millones) exigibles a corto plazo, mientras que el superávit conseguido no pasó de los 25 millones.
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