Ni una cerilla, ni un descuido. El incendio del viernes en el Saler se produjo por un rayo dormido caído en el interior de un árbol. Fenómeno poco habitual, pero que ha producido varios fuegos en los últimos años. A principios de semana un rayo provocado por una tormenta seca cayó en un árbol junto a la zona del mirador. Allí permaneció varios días mientras vecinos y turistas paseaban por las inmediaciones. Nadie podía imaginarse que en el interior del tronco la temperatura iba aumentando y el árbol explotaría como una bomba de relojería.
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