Rayden busca su identidad mientras se mete en todos los charcos en las redes sociales. Quiere música en las aulas, ahora que las nuevas generaciones prefieren gastarse 12 euros en un gintonic que en un concierto, y quiere educación emocional, bajo cátedra, porque esto último uno tarda toda la vida en aprenderlo y no está mal empezar cuanto antes. Entre sus declaraciones, paladea un progresivo éxito musical.
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