Que haya desaparecido el turismo de Barcelona obliga a muchos hosteleros a reconvertirse. Después de décadas expulsando al consumidor local, subiendo los precios y ofreciendo un producto de discutida calidad, ahora se enfrentan a una realidad en la que su principal cliente ha desaparecido. En la Rambla, los propietarios de bares y restaurantes han bajado sus precios, pero no venden las sangrías gigantes radiactivas de antes; y en la Boquería muchas paradas, que ya no vendían producto de mercado, están sin ventas porque no tienen su clientela
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