Hace varios meses, el Presidente del Gobierno se quejaba de que la realidad se obstinaba en llevarle la contraria. Por la realidad. Por el Zeitgeist. Él, venía a decirnos Rajoy, hubiese sido un gran estadista en otro tiempo y lugar. Su grandeza está ahí; le ha fallado el contexto. Lo malo de la realidad, en eso tiene razón el presidente, es que suele discurrir ajena a los deseos humanos. Dicen que el optimismo ayuda en la enfermedad, pero nadie se ha curado de un tumor por poner buena cara.
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