Rajoy despidió el año pidiendo a los ciudadanos grandes esfuerzos para salir de la crisis. Su anunciado plan de ajuste se concretó en una subida de impuestos -incumpliendo una de sus promesas electorales- y un recorte del gasto público sin precedentes en la democracia. Sin embargo, también en el esfuerzo hay clases. Así, mientras aprobaba congelar el salario de los funcionarios o poner fin a las ayudas para la emancipación de jóvenes, decidió privilegiar a la Iglesia católica.
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