Asegura el psiquiatra y escritor Andrew Marshall que si hace pocos años el matrimonio era la piedra de toque de una sociedad dispuesta a que sus individuos mantuviesen el tejido social a cualquier precio, ahora rige el convencimiento de que los adultos tienen derecho a tener vidas afectivas plenas a lo largo de toda su vida. El problema que ve Marshall es que el indicador que utilizamos para medir la vigencia de nuestras parejas ya no es el afecto o el amor, sino el enamoramiento.
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