Resulta díficil destruir esos silos (que tienen alturas equivalente a edificios de veinte plantas pero “hacia abajo”) ahora que es necesario tanto porque llegan al final de su vida por cuestiones estratégicas como porque hay que destruirlos para cumplir tratados internacionales de desarme. De hecho son tantos y tan complicados de desmantelar que algunas salen al mercado, se convierten en viviendas, en bonitas casas de campo e incluso hay algún silo a la venta en eBay.
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