Una noche de 1996, tres jóvenes trabajadores sociales del Centro de Atención y Seguimiento de las Drogodependencias de Sants (Barcelona) se desplazaron hasta la macrodiscoteca de música máquina Scorpia. El propósito era observar y conocer el contexto en el que miles de jóvenes bailaban bajo los efectos del éxtasis y unos ritmos frenéticos "No sabíamos lo que ocurría en esos espacios y queríamos conocerlo", recuerda Josep Rovira, uno de los jóvenes que fueron esa noche al club situado en un polígono de Iguada (Barcelona).
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