«Desde el momento en el que los registros civiles son públicos, el registro de la Iglesia no vale nada. Ni es público, ni surte efectos civiles. El que quiera apostatar, que lo haga, pero hay detrás de todo esto unas formalidades necias», sostiene Juan Luis Rodríguez-Vigil Rubio. El que fuera presidente del Principado y es miembro del Consejo Consultivo del Principado de Asturias, apostató en 1970.(C&P)
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