La amenaza de que unos contenidos se descarguen más deprisa que otros por los acuerdos comerciales entre los proveedores cuestiona la esencia de Internet. ¿Qué pensaría si, al abrir el grifo, el agua llegase a su vecino antes que a usted? ¿Y si al encender el televisor quien pagase una cuota extra pudiera ver antes los goles de un partido? O mejor aún, ¿y si la red eléctrica diera preferencia a unos electrodomésticos frente a otros, de modo que decidiera que la tostadora tiene prioridad frente al secador de pelo o el microondas?
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