Un monje benedictino, Guido d’Arezzo, dio nombre en el siglo XI a las primeras seis notas musicales (ut, re, mi, fa, sol, la), según las sílabas iniciales de un himno dedicado a San Juan: “ Ut queant laxis re sonare fibris mi ra gestorum fa muli tuorum, sol ve polluti la bii reatum”. En el siglo XVI se añadió “si” (Sancte Ioannes), y en 1673 el italiano Bononcini rebautizó la primera de ellas, “ut”, como “do” (Domine, señor), más abierta y sonora para ser cantada.
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