Si bien hemos sido capaces de transitar de la dictadura a la democracia, de conformar instituciones democráticas e impulsar leyes homologables con las de cualquier país del entorno europeo en el que nos hemos integrado, en España no hemos hecho pedagogía democrática. Nuestra nación no tiene ciudadanos que la defiendan porque nadie nos ha explicado que el único proyecto político que merece la pena, el más digno, es la defensa de la ciudadanía, que no es otra cosa que defender una integración social basada en compartir los mismos derechos.
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