En el colorido imaginario de la Edad Media no parecía haber cabida para el cabello rojizo. Los alquimistas del siglo XII pensaban que la sangre de un joven pelirrojo era necesaria para transformar el cobre en oro. Durante esta época se rescató la idea de acabar con todo lo que contrariase a la Iglesia católica. La astrología y todo lo que tuviera aspecto de culto mágico era vilmente castigado. En un manuscrito del siglo VIII usado manual para cazar brujas, se indica que el cabello rojo y los ojos verdes eran señales inequívocas.
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