Un grupo de once ballenas asesinas, con dos adultas y nueve crías, que quedaron encerradas entre masas de hielo en una bahía canadiense, con sólo una pequeña superficie de agua para salir a respirar, quedó liberado por un cambio en las corrientes, que abrió un pasaje al mar abierto a 25 millas de distancia, reportó Petah Inukpuk, alcalde de la población más cercana, cuyos aldeanos estaban preparándose para agrandar el agujero para que las orcas pudieran sobrevivir hasta la llegada de un buque rompehielos.
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