Ayer llegó Benedicto XVI a Valencia. Con un gobierno valenciano volcado con la visita, y arropado por cientos de miles de católicos en la ciudad apenas se deja un milimetro de espacio público a la discrepancia. Sin embargo, el descontento en gran parte de los ciudadanos es palpable. Un descontento provocado no solo por cuestiones de índole ideológica o confesional, sino por cuestiones que afectan directamente al ciudadano.
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