El panorama socio-político global de los últimos tiempos, de una mediocridad y niveles de corrupción casi insoportables para quienes un día creyeron en las bondades de la democracia parlamentaria, pervertida hoy hasta la náusea por la inquina y la codicia, hace que no sea difícil volver la vista hacia el anarquismo, hacia la hermosa realidad de la anarquía, ese bello sueño de libertad que el capitalismo y sus voceros se han encargado de arrumbar, y que constituye en este tiempo de asco y miseria moral, una instancia insoslayable de la esperanza
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