Pero esos poderes llamados mercados que parecen no tener entidad concreta y son nombrados con unción mística, tienen nombres y apellidos. Bancos, fondos de inversión, centros bursátiles, especuladores grandes y pequeños, paraísos fiscales, agencias de calificación y agiotistas en general no son otra cosa que los detentadores de la plaga de nuestros días: el capitalismo financiero.
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