Soy uno de esos inconscientes que vive en un puto pueblo. Apenas cien habitantes, en el quinto coño, en mitad del monte y a decenas de kilómetros de la ciudad más próxima. Y fíjese usted que soy caprichoso: en caso de caer enfermo me gustaría contar con una buena asistencia médica. Un soñador castellanomanchego, ya se imaginan. Pensé que como pagaba los mismos impuestos que cualquier otro ciudadano urbanita, tendría sus mismos derechos.Pero Cospedal, la presidenta de esta comunidad, se cuida mucho de recordarme que no, que solo soy un paleto
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