Las arcas de las administraciones públicas, gracias a la cosecha fiscal del crecimiento económico pasado y los fondos estructurales europeos, han protagonizado una etapa dorada de inversión en obra pública: infraestructuras de transporte y equipamientos urbanos. La crisis obligará a renunciar y aplazar proyectos menos urgentes. El Gobierno busca nuevas fórmulas de financiación público-privada en un momento de sequía crediticia también en las empresas
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