Increíble e indignante el caso narrado en el que un juez de Nueva Jersey podría impedir a unos padres adoptivos criar dos hijos porque "a pesar de los altos estándares morales y éticos [de la familia], a nadie se le debería quitar el privilegio de adorar a un dios todopoderoso de acuerdo con su conciencia". Nada nuevo, pero sí inquietante, en la tierra del "In God we trust".
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