Las saunas deberían avisar con un cartel grande en la puerta que dentro de ellas es peligroso soplar continuamente sobre cualquier parte desnuda de otra persona o de uno mismo. Y todo porque se puede producir un insólito efecto en la respiración exhalada que llegue a quemar la piel con dolorosas consecuencias. La razón tiene mucho que ver con la “capa límite de la piel” y con que el aire en una sauna está totalmente saturado, por lo que no se produce evaporación para enfriarnos.
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