Las medidas para asegurar la estabilidad del sistema eléctrico que el Gobierno ha puesto encima de la mesa tienen un fondo irracional al descartar el ahorro energético como parte esencial de la sostenibilidad futura del sistema. Es evidente que su efecto se limita a salvar las cuentas del sistema eléctrico en 2013 y dejar el futuro en la mayor de las incertidumbres. Marginando la eficiencia energética se compromete la seguridad energética a largo plazo ya que nuestros principales déficits energéticos son estructurales y no recaudatorios.
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