A mediados de los 90, científicos de la universidad de Lund, Suecia, descubrieron un complejo proteínico en la leche humana que mataba selectivamente células tumorales sin dañar las sanas. El estudio fue portada de las mejores revistas científicas y abría un nuevo camino en las terapias contra el cáncer. ¿Puede la ingesta de leche materna ser alternativa al tratamiento de tumores? ¿Por qué no ha evolucionado tan importante descubrimiento en una terapia efectiva? Vamos a intentar buscar la respuesta.
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