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Publicidad a susto limpio

La primera reacción es apretar los dientes, acercarse al coche y recoger la multa del parabrisas, con escasa resignación, para empezar a escupir sapos y culebras por la boca. Pero tras observar con detenimiento que la 'sanción' hay que pagársela al Ayuntamiento del Polígono, y que el 'denunciante' es la cafetería-restaurante Don Miguel, las pulsaciones de los afectados suelen bajar considerablemente, casi tanto como el cabreo.

| etiquetas: publicidad , susto , multas , restaurante

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