De puertas afuera, el PSOE y el PP hacen guiños a los indignados para atraerlos hacia sus siglas con promesas de cambios en un sistema con muchas vías de agua; pero entre bambalinas, casi a escondidas, los dos grandes partidos maniobran para que todo siga igual, o incluso peor. Y la reforma de la ley electoral, una de las banderas enarboladas por el Movimiento 15-M, es un buen ejemplo de ese doble juego.
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