Si alguna vez has sufrido al comprobar que tu bolsa de patatas está en realidad llena de aire, o si alguna vez has intentado, sin éxito alguno, abrirla sin hacer ruido, debes saber que, en realidad, hay un porqué para ambas cosas. En contra de todo pronóstico, estas situaciones no son fruto de una mente perversa y retorcida, sino que tienen una explicación bastante clara que quizá haga de nuestro sufrimiento algo un poco más llevadero la próxima vez.
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