La temporada general de caza en Galicia llegó a su final el 6 de enero y, como suele ocurrir cada año durante estas fechas, esto tiene una consecuencia de la que no se suele hablar: el abandono masivo de los perros que los cazadores utilizan para su actividad. Fe de ello dan las protectoras de animales de la ciudad, que están absolutamente repletas de perros que los batidores de montes han abandonado porque ya no les sirven. Lo peor ya no es que los dejen a su buena suerte, sino que llegan en un pésimo estado.
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