La Policía rescató de la calle esta primavera a Renata. Destrozada. Más que muy delgada. Con heridas que a tenor de las fotos dejaban ver el hueso. Comida por las pulgas y el abandono. Pero aquel hallazgo le ha cambiado la vida: porque Scooby, la protectora de animales a la que la Policía la trasladó, se negó en redondo a cumplir las dos órdenes judiciales cursadas en mayo para que la perra fuese devuelta a lo que el magistrado define en sus oficios como la "dueña acreditada".
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