La hembra del macaco de Berbería (el conocido mono de Gibraltar) no es nada tímida. Conocida por su promiscuidad, solicita sexo meneando sus cuartos traseros sin ningún pudor frente a las caras de sus posibles pretendientes. Pero su lascivia no concluye aquí: una vez que el macho la monta, la hembra comienza gritar, marcando los tiempos y el rimo para que el macho alcance la velocidad idónea y de este modo mejorar la probabilidad de la eyaculación.
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