Los profesores peor vestidos y menos sexys son más respetados por sus compañeros. Ser profesor y además guapo, atractivo, sexy, va en detrimento de la opinión que los demás profesores tienen de uno. El estudio indica que le ocurre a ambos sexos, pero la tendencia es más clara en el caso de las profesoras. Para una profesora sexy, siempre a la moda, siempre bien arreglada, su imagen es un problema: sus compañeros tienden a pensar que dedica más tiempo al salón de belleza que a hincar el codo y que su belleza es responsable de parte de su éxito.
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