De todos es sabido que en España existe un elevado grado de permisividad respecto al ruido , permitido en diversas actividades que vulneran el derecho al disfrute del propio hogar. Se ha ido generalizando en nuestro país un principio un tanto extraño: que la tolerancia al derecho al ruido debe prevalecer (culturalmente) sobre el derecho al descanso, al silencio en la propia casa. Como consecuencia, el ¿derecho? al descanso o la vida tranquila depende de los capricho o voluntad de nuestros vecinos.
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