Reciben anualmente 340.000 euros por "mantener el culto" o "seguir la evolución del pensamiento social", gracias a un decreto de Franco de 1957 que sigue en vigor. La veintena de benedictinos que viven en el Valle de los Caídos tienen pagados con dinero público la ropa, la comida, el teléfono, la "lavandera", los libros, el material de misa o las excursiones. El Estado también repara los edificios
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