El cuento es muy sencillo. Una publicidad engañosa convierte a una señora en ídolo de barro; aleccionada por los suyos usa mensajes cortos para vender humo: “hemos logrado un superávit; no tenemos coche oficial; aparco donde puedo porque no tengo plazas reservadas; hemos quitado al personal de confianza; no somos profesionales; me he bajado el sueldo” Relacionada:
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