Hamad bin Isa Al Khalifa, viajaba a bordo del avión BA125 de la compañía British Airways que estaba a punto de partir con rumbo a Bahréin. A las 10 de la mañana, hora de Londres, el príncipe ya estaba completamente ebrio. En ese momento, empezó a expresar su indignación con la calidad del servicio a bordo y trató de entrar en la cabina de los pilotos para explicarles cómo organizar el trabajo de la tripulación. El multimillonario se tranquilizó solo después de que unos oficiales de seguridad le apuntaran con un arma de electrochoque.
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