Jigme Thinley ha desvelado las claves de un progreso que se mide en función de la Felicidad Interior Bruta y no el PIB y que la principal responsabilidad de cualquier gobernante es ayudar a la gente a ser plenamente feliz y no sólo atender a sus necesidades materiales, sino también espirituales.Para ello, todo Gobierno debe centrar sus esfuerzos en el desarrollo socio-económico igualitario y sostenible, conservación de la naturaleza, preservación de la cultura y el patrimonio cultural, y un gobierno responsable transparente.
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