Los campos de concentración son sin lugar a dudas uno de los símbolos de la represión franquista. En ellos, hasta medio millón de prisioneros -según recogen algunos estudios- realizaban trabajos forzados. Trabajos que, en muchas ocasiones, eran el menos malo de los escenario para los reos ante la masificación que sufrían las cárceles y en las que proliferaban enfermedades y muertes. En el caso concreto de Sevilla, fueron casi una decena los espacios convertidos en campos de concentración y trabajo. Muchos de ellos no reconocidos como tales.
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