Uno de los mayores grupos de casinos del mundo está promoviendo una campaña de captación de apoyos con el fin de corregir un ”extraño” marco reglamentario que permite jugar por Internet a los usuarios establecidos en Estados Unidos pero impide a empresas norteamericanas gestionar esas apuestas. El artículo reflexiona sobre la creación de empleo, los beneficios del Estado por los ingresos fiscales y el hecho de que el juego sea administrado de forma justa por unas entidades controladas y conocidas.
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