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Descubrí este tipo de caramelos hace muchísimos años, cuando mi hermana estudiaba la carrera y me pedía que bajara a la tienda de enfrente y le comprara unos pocos para recuperar energía, como pago por mi paseo me daba uno o dos. Sin embargo, cuando me aficioné de verdad fue cuando los probamos en un viaje a Edimburgo. Aquello era otra cosa distinta, deliciosos, muy blanditos y con un sinfín de versiones. Por eso cuando vi la receta en El invitado de invierno, no tuve más remedio que probarla.
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etiquetas: reposteria , toffee