Les gustaba jugar a disfrazarse de guardias civiles. Empuñar un arma, usar el tricornio de la Benemérita. Les gustaba hablar de drogas. También de las mujeres como meros objetos con los que saciar su apetito sexual. "Follarnos a una buena gorda entre los cinco en San Fermín sería apoteósico. Prefiero follarnos a una gorda entre cinco que a un pepino de tía yo solo".
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