“En realidad no veo a la industria alimentaria como un imperio malvado que se ha propuesto de forma intencionada hacernos gordos o enfermarnos de otro modo con sus productos”, puntualiza Moss en respuesta a las preguntas de El Confidencial. “Son compañías haciendo lo que todas las compañías quieren hacer: ganar el máximo dinero posible vendiendo el máximo de productos como sea posible. El problema radica en su profunda dependencia del uso de enormes cantidades de sal, azúcar y grasa para hacer sus productos baratos, cómodos e irresistibles”.
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