En la sede de Telefónica en Las Tablas de Madrid hay quien desayuna hoy con cava. El café de máquina, el café de mierda, queda reservado para los jóvenes subcontratados que ocuparán parte de los puestos que dejarán vacíos los prejubilados. Lo peor es que se considerarán afortunados por su sueldo de 1.000 euros y su contrato de obra. Porque no les queda otra. Sólo el derecho al pataleo en las urnas, donde sus votos valen lo mismo que los de Zapatero, Rajoy o Alierta.
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