La ultraderecha no es astuta, sólo es oportunista, saca petróleo del descontento de muchas personas agobiadas por los problemas y cegadas por sus eslóganes; su especialidad es levantar la voz y su griterío da el pego. Quién sabe, igual cuando la gente que hoy los santifica tenga que sufrir las consecuencias de su política, aprenden la lección. O puede que no, y muchos prefieran que les bajen el sueldo los suyos a que se los suba el enemigo.
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