“Me llevo una botella y espero que me dure todo lo que queda de agosto, porque con lo que cuesta no pienso comprar otra”. Así reacciona Isabel, jubilada, al precio del aceite de oliva en un supermercado del centro de Madrid. “Antes siempre tenía en casa una botella de reserva, por si acaso. Ahora, no. Y compro el más flojito, de su marca o el que tienen en oferta si me convence”, añade.
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