Me vienen a la mente los miedos que se fomentaban sobre los integrantes del sexo opuesto. Crecíamos muchas niñas pensando que los chicos eran poco menos que bárbaros despiadados que disfrutaban dándonos patadas y tirándonos de las coletas a la menor ocasión. Me viene también a la mente el primer chico al que supuestamente gusté (según mis compañeras), del que tenía que salir corriendo despavorida porque mostraba su supuesto afecto poniéndose colorado...
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